Pablo no es un antinomiano, como tampoco lo fue Cristo, de hecho nuestro Señor dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mt. 5:17). Siguiendo el ejemplo mismo de nuestro Señor Jesucristo, el apóstol inspirado por Dios reconoce que Dios se ha revelado en su Palabra, y considera también como el apóstol Pedro, que solamente en las Santas Escrituras encontramos luz, seguridad y firmeza por la promesa de Dios acerca de su Hijo, como el registro seguro de inspiración sagrada, 2 Pedro 1:16-21. Son las Escrituras las que dan testimonio acerca de Cristo (Jn. 5:39), son las Escrituras las que tienen poder para edificarnos (Hec. 20:32), son las Escrituras las que pueden santificarnos (Jn. 17:17), son las Escrituras las que nos capacitan para toda buena obra (2 Tim. 3:16-17). Así pues el evangelio no se trata de una novedad, sino del cumplimiento de una promesa dada por Dios desde la antigüedad, a través de los profetas, y consignada en las Santas Escrituras. Cualquier cosa que no esté de acuerdo con esta revelación divina, no pertenece al evangelio, no tenemos por qué creerlo ni obedecerlo, “!A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”(Isa. 8:20).
Bendiciones familia ADV
Escrito el 11/06/2021