El salmista David, al momento de escribir este hermoso salmo, tiene su mente en los beneficios o favores que Dios le ha regalado en cada día de su existencia, por ello, comienza el salmo diciendo: “bendice, alma mía a Jehová y bendiga TODO mi ser Su Santo Nombre”. En primer lugar, el salmista le dice a su alma, a su existencia, a su vida, que bendiga, es decir, que glorifique y reconozca los favores recibidos de parte de Dios para su propia vida, no son los favores recibidos para otros, para sus familiares, para las personas que él ama, sino los que recibe para sí, para su propio provecho, para su cuerpo y su espíritu. Ahora, al comenzar el recuento de ellos, se da cuenta que puede olvidar alguno y le dice, a esa misma existencia, a su ser, a su mente, a su corazón, a sus sentidos, a su cuerpo, es decir, a todo su ser, que no olvide ninguno de esos beneficios recibidos durante su vida, durante sus años en esta tierra. Olvidamos con facilidad, perdemos de vista muy fácil lo que hemos recibido, los beneficios que han llegado a nuestras vidas, somos como los niños que con mucho entusiasmo reciben un regalo y a los pocos minutos lo dejan tirado a un lado sin importar que se pierda o sea dañado por otros, solo pensemos en la cantidad de litros de aire que han llenado nuestros pulmones cada día, los días de sol que han llegado a nuestras vidas, la cantidad de noches que hemos podido descansar y dormir sin sobre saltos, la paz que hemos experimentado en nuestras vidas por los favores recibidos de parte de Dios, los días de salud que han llegado a nosotros en todos los años de vida, de los peligros que hemos sido salvados sin saber, de tantos y tantos beneficios que hemos tenido en nuestra corta o larga existencia. Demos pues gracias a Dios siempre
Buen día...
Escrito el 07/07/2021
Pedro Díaz Burgos
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